Estas agrupaciones se presentan en los mapas estelares antiguos como figuras o dibujos geométricos para su más fácil identificación. Están ilustradas con orientación hacia el norte y sus figuras son históricamente permanentes, aunque sus estrellas se mueven en el espacio y están tan lejanas y separadas entre si que, no obstante el transcurso de los siglos, nos parecen fijas engastadas en la esfera celeste, a diferencia del sol, la luna y los planetas, tan inmediatamente cercanos que podemos advertir su movimiento por las constelaciones zodiacales entre las que se desplazan en periodos tan cortos, como días o semanas.
Desde nuestra posición y tiempo en que vivimos configuramos las constelaciones y sus estrellas como si estuvieran “fijas” y engastadas en la esfera celeste, ilusión finita del espacio abierto y profundo del cosmos. En efecto, las estrellas se encuentran en el espacio a diferentes distancias entre ellas y en relación a nuestra propia estrella, el Sol. Si cambiáramos de posición en la Galaxia, de la cual formamos parte, las estrellas estarían de otra manera dispuestas y configuradas, brillando con diferentes magnitudes, tanto más cuanto más lejano no internemos en las profundidades del espacio galáctico.
Desde nuestra posición y tiempo en que vivimos configuramos las constelaciones y sus estrellas como si estuvieran “fijas” y engastadas en la esfera celeste, ilusión finita del espacio abierto y profundo del cosmos. En efecto, las estrellas se encuentran en el espacio a diferentes distancias entre ellas y en relación a nuestra propia estrella, el Sol. Si cambiáramos de posición en la Galaxia, de la cual formamos parte, las estrellas estarían de otra manera dispuestas y configuradas, brillando con diferentes magnitudes, tanto más cuanto más lejano no internemos en las profundidades del espacio galáctico.
Las estrellas de Orion, vistas desde nuestra posición en el Sistema Solar, se encuentran en realidad muy separadas entre sí en el espacio, a diferentes distancias y con otras magnitudes, si se pudieran observar desde otros lugares de nuestra Galaxia.
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Historia de las Constelaciones
La observación de las constelaciones, al igual que las estrellas que las configuran, es tan antigua como la civilización. Cada pueblo o cada lengua agrupaban a las estrellas de manera independiente, asociadas a figuras o personajes alegóricos con sus respectivas leyendas. Algunas de estas agrupaciones son tan antiguas como las culturas mesopotámicas y egipcias.
Claudio Tolomeo, astrónomo de Alejandría en el siglo II d.C., catalogó y describió 48 constelaciones en su obra el Almagesto, basado en el catálogo de estrellas de su predecesor Hiparco de Rodas. Almagesto es el nombre árabe del tratado astronómico Hè megalè syntaxis, (“composición matemática”’, en español), que significó la mayor y más consultada referencia astronómica de la que dispuso la ciencia por los siguientes 1400 años.
En el trascurso de los siglos siguientes, especialmente en la época de las exploraciones en los mares del sur, a partir del siglo XV, se incluyeron algunas constelaciones menos extensas, o poco brillantes. Fueron bautizadas y cartografiadas al capricho de los astrónomos y las novedades o invenciones de la época, en especial aquellas del hemisferio sur poco vistas, o totalmente invisibles en los cielos de Europa (Microscopio, Grulla, Tucán, Escultor, Indio. Hornillo, Reloj, Retículo, Camaleón, Ave del Paraíso, etc.), incluyendo la Cruz del Sur que se encuentra siempre debajo del horizonte para aquellos observadores situados al norte de la latitud 30º Norte.
A la lista de constelaciones también se agregaron otras tantas, nombradas para halagar a monarcas y personajes famosos, (El Arpa de Jorge, La Encina de Carlos, el Toro de Poniatowski, el Cetro de Brandeburgo, etc), tantas que la Unión Astronómica Internacional en 1922 oficializó con sus nombres en latín únicamente 88 constelaciones, entre las que figuran algunas más antiguas y destacadas, como Dragón, Osa Mayor, Hidra, Hércules, Escorpión, etc., hasta otras menos brillantes e inconspicuas (Sextante, Flecha, Zorra, Lagarto, Dorado, etc.).
Gracias a nuestra posición latitudinal cerca del ecuador terrestre gozamos en Nicaragua el privilegio de observar casi todas ellas, con la excepción de Octante, situada en el polo sur celeste y otras más pequeñas que la circunscriben como Camaleón, Ave del Paraíso y Mesa situadas a ras del horizonte sur, por donde asoman por breve tiempo.
Claudio Tolomeo, astrónomo de Alejandría en el siglo II d.C., catalogó y describió 48 constelaciones en su obra el Almagesto, basado en el catálogo de estrellas de su predecesor Hiparco de Rodas. Almagesto es el nombre árabe del tratado astronómico Hè megalè syntaxis, (“composición matemática”’, en español), que significó la mayor y más consultada referencia astronómica de la que dispuso la ciencia por los siguientes 1400 años.
En el trascurso de los siglos siguientes, especialmente en la época de las exploraciones en los mares del sur, a partir del siglo XV, se incluyeron algunas constelaciones menos extensas, o poco brillantes. Fueron bautizadas y cartografiadas al capricho de los astrónomos y las novedades o invenciones de la época, en especial aquellas del hemisferio sur poco vistas, o totalmente invisibles en los cielos de Europa (Microscopio, Grulla, Tucán, Escultor, Indio. Hornillo, Reloj, Retículo, Camaleón, Ave del Paraíso, etc.), incluyendo la Cruz del Sur que se encuentra siempre debajo del horizonte para aquellos observadores situados al norte de la latitud 30º Norte.
A la lista de constelaciones también se agregaron otras tantas, nombradas para halagar a monarcas y personajes famosos, (El Arpa de Jorge, La Encina de Carlos, el Toro de Poniatowski, el Cetro de Brandeburgo, etc), tantas que la Unión Astronómica Internacional en 1922 oficializó con sus nombres en latín únicamente 88 constelaciones, entre las que figuran algunas más antiguas y destacadas, como Dragón, Osa Mayor, Hidra, Hércules, Escorpión, etc., hasta otras menos brillantes e inconspicuas (Sextante, Flecha, Zorra, Lagarto, Dorado, etc.).
Gracias a nuestra posición latitudinal cerca del ecuador terrestre gozamos en Nicaragua el privilegio de observar casi todas ellas, con la excepción de Octante, situada en el polo sur celeste y otras más pequeñas que la circunscriben como Camaleón, Ave del Paraíso y Mesa situadas a ras del horizonte sur, por donde asoman por breve tiempo.
Dos imágenes de la constelación de Orión.
1. Fotografía a color de la constelación, con estrellas telescópicas en el trasfondo. (astromadness.co.uk) 2. Grabado de Uranometría de Bayer (1661), inspirado en la mitología clásica. (U.S. Naval Observatory Library) |
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Las culturas indígenas del continente americano tuvieron, (y aún conservan), representaciones estelares en sus respectivas lenguas y creencias míticas, tales como los antiguos mayas, incas y aztecas, al igual que los actuales indígenas del suroeste de los Estados Unidos, o del Amazonas.
En la lengua náhuatl, que hablaban tanto los aztecas como los nicaraos que poblaron el istmo de Rivas y otros grupos nahuatlatos en Managua y Chinandega, encontramos nombres de constelaciones con el prefijo Citlalli, que significa estrella. Como ejemplos citamos las siguientes: Citlatianquixtli “el mercado”, (Las Pléyades); Citlalcólotl “el Escorpión”; Citlaltachtli “la cancha del juego de pelota”, (Los Gemelos); Citlatlmamahuaztli “las astillas para sacar fuego”, (Casiopea); Citlalozomatli “el mono”; Citlalcóatl “la serpiente”, etc. |
Un asterismo llamativo y comúnmente observado en las noches de verano son las Pléyades, antes citadas. Son mencionadas en la Biblia, La Odisea, el Popol Vuh, etc. Se localizan en la constelación del Toro. El nombre significa en griego “estrellas para navegar”, pues aparecían en los cielos mediterráneos en la época de los vientos favorables para la navegación. En nuestra lengua vernácula son llamadas “Siete Cabritas”, aunque una vista normal sólo alcanza a contar seis. Entre las culturas indígenas este grupito tiene sus propios nombres, como Pupuwita, “las estrellas guías” en miskito; Kalpas, “la huella del pie” de los mayangnas y Karru en la antigua lengua ulúa-matagalpa.
Por otra parte, los llamados “Ojitos de Santa Lucia” son un par de estrellas de 4ª magnitud muy cercanas entre si, junto a la estrella Aldebarán del Toro. Forman parte del grupo denominado Híades. Aldebarán en árabe ‘significa “la seguidora” (de las Pléyades). Fotografía de las Pléyades, cubren un espacio
equivalente a dos lunas. (Sky and Telescope). |
Mapas y figuras estelares
En los mapas estelares cada constelación está enmarcada en espacios definidos por límites geométricos, trazados en sentido de norte a sur y de oeste a este. Los espacios encierran estrellas desde las más brillantes hasta las más débiles, de las más cercanas a las más lejanas, según son vistas desde la Tierra, (y por ende en cualquier lugar del sistema planetario).
Para facilitar su observación, es común en los mapas estelares enlazar con líneas imaginarias las principales o más brillantes estrellas en figuras llamadas asterismos y no esperar necesariamente que las constelaciones presenten alguna similitud con los nombres a ellas aplicadas, salvo en algunos pocos casos como la Cruz del Sur, Escorpión y el Triángulo Austral. Figura completa de la constelación Osa Mayor, más conocida por el asterismo que forman las siete estrellas brillantes situadas en las ancas y la cola, excesivamente alargada, del animal. (Iustración con Stellarium).
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Estas figuras imaginarias y sus nombres varían de una cultura a otra según la imaginación de sus pueblos. En la Nicaragua rural, por ejemplo, se conoce a Orión como “El Arado”. La Osa Mayor es para los angloparlantes la “Big Dipper”, traducido como el “Gran Cucharón”.
Dibujo y diagrama de la constelación de Sagitario y su asterismo llamado “la cafetera”.
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Por lo general, las constelaciones de la esfera celeste son todas visibles sobre el horizonte únicamente en el ecuador terrestre. Los países tropicales pueden observar casi la totalidad de ellas, pero a medida que el observador se interna en el hemisferio terrestre donde habita, el número de constelaciones situadas en el hemisferio opuesto dejan de ser visibles. A manera de ejemplo, la Osa Mayor es circumpolar (siempre visible) en el norte de Estados Unidos y los países de Europa, donde por otra parte es imposible observar la Cruz del Sur. A la inversa, esta constelación es circumpolar al sur de Argentina, pero no la Osa Mayor cuya presencia esta siempre debajo del horizonte en ese país austral.
Leyendas y mitos
Hemos seleccionado para ENERO las constelaciones de Orión y el Toro, el Can Mayor y los Gemelos, claramente visibles en esta época, para conocer sus historias y leyendas y posteriormente observar detenidamente en el mapa su configuración y sus estrellas respectivas.
Las imágenes siguientes corresponden a grabados de las constelaciones Orion, Toro, Can Mayor y Gemelos, cuyas figuras pintorescas están sobrepuestas a las estrellas que las conforman. (Cartas de “Urania Mirrow”, 1824).
Orión, el personaje principal, era un gigante dedicado a la cacería en los bosques de Beocia, que llegó a proclamarse mejor que Artemisa (Diana) en ese oficio. La diosa cazadora disgustada por la osadía de Orión acudió a Zeus, quien envió un escorpión que picó y mató a Orión. Arrepentida y compadecida Artemisa, por la muerte del héroe, solicitó al dios del Olimpo que colocara a Orión entre las estrellas. Por esa razón la constelación de Orión se oculta tras el horizonte cuando su rival el Escorpión emerge en el lado opuesto de la bóveda celeste.
En otra de sus aventuras Orión perseguía a las Pléyades, ninfas descendientes de Atlas y Pleione, que en forma de palomas fueron protegidas por Zeus, convirtiéndolas en estrellas y ubicándolas en la constelación del Toro, que trata de embestir a Orión con sus punzantes cuernos en defensa de las Pléyades. Sus primas las Híadas, era hijas de Hyas, cuya muerte condolió tanto a estas ninfas que lloraron incesantes hasta morir. Conmovido Zeus las convirtió en estrellas y las ubicó también en la constelación del Toro. Sus lágrimas fueron transformadas en lluvia.
Según otra versión de la mitología clásica, el Toro fue la figura adoptada por Zeus para raptar y seducir a la ninfa Europa y conducirla a otro continente.
Al este de Orion están las constelaciones de Liebre y Paloma, cazadas por el héroe, y bajo sus pies el Can Mayor y Can Menor, sus fieles perros de caza.
Póllux y Cástor eran gemelos también llamados los Dióscuros. La versión más conocida sostiene que Zeus se metamorfoseó en cisne para seducir a Leda. Por esa unión ella puso dos huevos de donde nacieron los gemelos. Sin embargo, otras fuentes afirman que el marido mortal de Leda fue en realidad el padre de uno de ellos, por tal razón Cástor era mortal a diferencia de su hermano Póllux, hijo de Zeus. No obstante sus distintos orígenes ambos hermanos fueron muy unidos y compartieron las mismas aventuras.
Zeus llevó al cielo a Póllux, colocándolo entre las estrellas, quien le rogó que hiciese lo mismo con Cástor su querido gemelo. Compadecido Zeus por la súplica de su hijo, también puso en el cielo a Cástor y lo ubicó a la par de su hermano. Esta es la razón por la que dos brillantes estrellas figuran muy juntas en la constelación de los Gemelos.
En otra de sus aventuras Orión perseguía a las Pléyades, ninfas descendientes de Atlas y Pleione, que en forma de palomas fueron protegidas por Zeus, convirtiéndolas en estrellas y ubicándolas en la constelación del Toro, que trata de embestir a Orión con sus punzantes cuernos en defensa de las Pléyades. Sus primas las Híadas, era hijas de Hyas, cuya muerte condolió tanto a estas ninfas que lloraron incesantes hasta morir. Conmovido Zeus las convirtió en estrellas y las ubicó también en la constelación del Toro. Sus lágrimas fueron transformadas en lluvia.
Según otra versión de la mitología clásica, el Toro fue la figura adoptada por Zeus para raptar y seducir a la ninfa Europa y conducirla a otro continente.
Al este de Orion están las constelaciones de Liebre y Paloma, cazadas por el héroe, y bajo sus pies el Can Mayor y Can Menor, sus fieles perros de caza.
Póllux y Cástor eran gemelos también llamados los Dióscuros. La versión más conocida sostiene que Zeus se metamorfoseó en cisne para seducir a Leda. Por esa unión ella puso dos huevos de donde nacieron los gemelos. Sin embargo, otras fuentes afirman que el marido mortal de Leda fue en realidad el padre de uno de ellos, por tal razón Cástor era mortal a diferencia de su hermano Póllux, hijo de Zeus. No obstante sus distintos orígenes ambos hermanos fueron muy unidos y compartieron las mismas aventuras.
Zeus llevó al cielo a Póllux, colocándolo entre las estrellas, quien le rogó que hiciese lo mismo con Cástor su querido gemelo. Compadecido Zeus por la súplica de su hijo, también puso en el cielo a Cástor y lo ubicó a la par de su hermano. Esta es la razón por la que dos brillantes estrellas figuran muy juntas en la constelación de los Gemelos.
Constelaciones del mes de Enero (una selección)
Los mapas e imágenes siguientes seleccionan cuatro constelaciones favorables de observar en este mes: Orión (Orion), el Can Mayor (Canis Major) y las zodiacales el Toro (Tauro) y los Gemelos (Gemini).
En los mapas estelares de estas constelaciones claramente visibles en este mes, (reproducidos de Espacio Profundo.com.arg), cada una está demarcada por líneas de color amarillo a la escala del mejor acomodo en relación a los textos que las acompañan. Se presentan con el norte hacia arriba, con las estrellas más notables unidas por líneas azules para su fácil identificación en el cielo.
En cada mapa se han señalado otros objetos, como nebulosas y galaxias lejanas catalogadas en el New General Catalogue of Nebulae and Clusters of Stars, (abreviado NGC), así como otros objetos de aspecto difuso, tal como los vio a través de los instrumentos de su época, catalogó y enumeró, el astrónomo francés Charles Messier en 1771, (marcados en los mapas con una M seguida por un número), con el objeto de diferenciarlos de los cometas y cuya identidad no estaba entonces debidamente esclarecida. Los objetos Messier son 114, algunos distinguibles a simple vista, o por medio de binoculares y pequeños telescopios.
Por otra parte, los dibujos que acompañan a los respectivos mapas son las imágenes de Johannes Hevelius, astrónomo y cartógrafo polaco, publicadas en su atlas de 1690. Las figuras fueron invertidas por Hevelius en relación a los mapas actuales aquí aparejados, las cuales son así reproducidas por razones más artísticas que astronómicas.
En los mapas estelares de estas constelaciones claramente visibles en este mes, (reproducidos de Espacio Profundo.com.arg), cada una está demarcada por líneas de color amarillo a la escala del mejor acomodo en relación a los textos que las acompañan. Se presentan con el norte hacia arriba, con las estrellas más notables unidas por líneas azules para su fácil identificación en el cielo.
En cada mapa se han señalado otros objetos, como nebulosas y galaxias lejanas catalogadas en el New General Catalogue of Nebulae and Clusters of Stars, (abreviado NGC), así como otros objetos de aspecto difuso, tal como los vio a través de los instrumentos de su época, catalogó y enumeró, el astrónomo francés Charles Messier en 1771, (marcados en los mapas con una M seguida por un número), con el objeto de diferenciarlos de los cometas y cuya identidad no estaba entonces debidamente esclarecida. Los objetos Messier son 114, algunos distinguibles a simple vista, o por medio de binoculares y pequeños telescopios.
Por otra parte, los dibujos que acompañan a los respectivos mapas son las imágenes de Johannes Hevelius, astrónomo y cartógrafo polaco, publicadas en su atlas de 1690. Las figuras fueron invertidas por Hevelius en relación a los mapas actuales aquí aparejados, las cuales son así reproducidas por razones más artísticas que astronómicas.
ORION
La constelación de Orión es la más atractiva del firmamento por sus brillantes estrellas y su configuración. También es la más fácil de reconocer, pues a causa de su posición sobre el ecuador celeste es visible desde cualquier lugar del planeta, salvo en las inmediaciones de ambos polos, donde es parcialmente visible sobre el horizonte durante las largas noche de oscuridad que caracterizan a los lugares cercanos a ambos polos.
Como rasgo distintivo la constelación presenta tres estrellas de similar magnitud, alineadas en el centro, formando el ‘’Cinto de Orión’’, o “Las Tres Marías’’ en nuestro idioma vernáculo. Estas a su vez están circundadas por cuatro estrellas dispuestas en un rectángulo: Rigel y Betelgeuse, (de 1ª magnitud), ocupan dos de los extremos opuestos que enmarcan a las anteriores, con Bellatrix y Saiph, (de 2ª magnitud), que en ángulos opuestos completan el Rectángulo de Orión.
Rigel (β Orionis), es la más brillante de la constelación; una estrella azul supergigante más luminosa que el sol a la distancia de 777 años-luz. Su nombre en árabe significa “pie”. Betelgeuse (α Orionis), es otra supergigante de color rojo, con un diámetro 800 veces mayor que el del sol, situada a 429 años-luz. Su nombre árabe se traduce por “la axila del gigante”.
Las siguientes estrellas son de 2ª magnitud. Complementan la figura central de la constelación: Bellatrix (γ Orionis) “la guerreadora’’ en latín, a 243 años-luz; ocupa la esquina NO del rectángulo. Saiph (κ Orionis), en la esquina SE del rectángulo, a 725 años-luz de distancia. Mintaka, Alnilam y Alnitak (δ, ε, ζ Orionis, respectivamente), ‘’Las Tres Marías’’, están alineadas en el Cinto de Orión. Son estrellas muy luminosas pero lejanas; se encuentran a 919, 1359 y 826 años-luz respectivamente, aunque parecen juntas y alineadas por la perspectiva en que las vemos desde nuestra posición en la Galaxia.
Del Cinto hacia el sur parecen colgar otras tres estrellas de menor magnitud, siendo la central (M42) la “Gran Nebulosa de Orión’’, de aspecto difuso, visible como una pequeña mancha fácil de observar en binoculares y mejor con telescopios, que auxiliados con fotografías de larga exposición hacen más esplendorosa su presencia. Esta nebulosa, situada a 1,500 años-luz es un nido o crisol de estrellas nacientes envueltas por gases fluorescentes.
Como rasgo distintivo la constelación presenta tres estrellas de similar magnitud, alineadas en el centro, formando el ‘’Cinto de Orión’’, o “Las Tres Marías’’ en nuestro idioma vernáculo. Estas a su vez están circundadas por cuatro estrellas dispuestas en un rectángulo: Rigel y Betelgeuse, (de 1ª magnitud), ocupan dos de los extremos opuestos que enmarcan a las anteriores, con Bellatrix y Saiph, (de 2ª magnitud), que en ángulos opuestos completan el Rectángulo de Orión.
Rigel (β Orionis), es la más brillante de la constelación; una estrella azul supergigante más luminosa que el sol a la distancia de 777 años-luz. Su nombre en árabe significa “pie”. Betelgeuse (α Orionis), es otra supergigante de color rojo, con un diámetro 800 veces mayor que el del sol, situada a 429 años-luz. Su nombre árabe se traduce por “la axila del gigante”.
Las siguientes estrellas son de 2ª magnitud. Complementan la figura central de la constelación: Bellatrix (γ Orionis) “la guerreadora’’ en latín, a 243 años-luz; ocupa la esquina NO del rectángulo. Saiph (κ Orionis), en la esquina SE del rectángulo, a 725 años-luz de distancia. Mintaka, Alnilam y Alnitak (δ, ε, ζ Orionis, respectivamente), ‘’Las Tres Marías’’, están alineadas en el Cinto de Orión. Son estrellas muy luminosas pero lejanas; se encuentran a 919, 1359 y 826 años-luz respectivamente, aunque parecen juntas y alineadas por la perspectiva en que las vemos desde nuestra posición en la Galaxia.
Del Cinto hacia el sur parecen colgar otras tres estrellas de menor magnitud, siendo la central (M42) la “Gran Nebulosa de Orión’’, de aspecto difuso, visible como una pequeña mancha fácil de observar en binoculares y mejor con telescopios, que auxiliados con fotografías de larga exposición hacen más esplendorosa su presencia. Esta nebulosa, situada a 1,500 años-luz es un nido o crisol de estrellas nacientes envueltas por gases fluorescentes.
La constelación de Orión está inmersa en el Complejo de la Nube Molecular, una de cuyas secciones, la inferior, es Barnard Loop, en cuyo centro se encuentran las Tres Marías de las que se desprende como más destacada la Gran Nebulosa de Orión, a manera de una brillante mancha fosforescente.
Orión está cuajado de estrellas recién nacidas, (hace unos pocos millones de años), y otras en formación nuevas, que en gran multitud que se revelan en las fotos de larga exposición. Todo el conjunto está inmerso en una inmensa nube interestelar de gases primigenios, con varios puntos de condensación donde se destacan agrupaciones estelares abiertas y nebulosas como la Gran Nebulosa y la llamada “Cabeza de Caballo’’, oscura masa caótica de polvo cósmico que se proyecta como un nube negra frente al resplandor de las estrellas situadas más atrás. (Ver ambas nebulosas en la sección de Astrofotos).
La constelación de Orion es una buena referencia para localizar otras estrellas de primera magnitud en las constelaciones vecinas, mediante la alineación de sus principales estrellas proyectadas en diferentes direcciones, utilizando la línea de Las Tres Marías dirigida hacia Sirio y Aldebarán. La diagonal Rigel-Betelgeuse conduce a los Gemelos Póllux y Cástor y la línea Bellatrix-Betelgeuse a Proción, la estrella principal del Can Menor. |
TAURUS, EL TORO
Al noroeste de Orion se encuentra la vecina constelación zodiacal Taurus, donde se destaca como estrella principal la estrella Aldebarán (α Tauri), estrella anaranjada de 1ª magnitud, cuyo nombre arábigo se traduce como “la Seguidora’’, porque se encuentra al este del grupo de las Pléyades que la preceden en el movimiento de la esfera celeste. Por su posición en la figura de la constelación también se le llama ‘’El Ojo del Toro’’.
Aldebarán es una gigante anaranjada 425 veces más luminosa que el sol, situada a 65 años-luz. Junto a ella se observan las Híades, o Hyades, un cúmulo abierto de estrellas distante 155 años-luz; forman una especie de V en uno de cuyos extremos brilla Aldebarán. Prolongando esta V hacia el noreste se localizan β y ζ Tauri, los “cuernos del Toro”. La primera, de 2ª magnitud (Elnath), es una de las cinco estrellas que completan el pentágono de Auriga.
Aldebarán es una gigante anaranjada 425 veces más luminosa que el sol, situada a 65 años-luz. Junto a ella se observan las Híades, o Hyades, un cúmulo abierto de estrellas distante 155 años-luz; forman una especie de V en uno de cuyos extremos brilla Aldebarán. Prolongando esta V hacia el noreste se localizan β y ζ Tauri, los “cuernos del Toro”. La primera, de 2ª magnitud (Elnath), es una de las cinco estrellas que completan el pentágono de Auriga.
Las Pléyades (M45) distan unos 400 años-luz, Conforman un singular conjunto de estrellas de 3ª, 4ª y 5ª magnitud que atrae de inmediato la mirada del observador por lo compacto de la agrupación con siete estrellas principales, (llamadas popularmente “Siete Cabritas’’), cuyos nombres griegos son: Pleione, Atlas, Alcyone, Merope, Maia, Electra y Taygeta.
Las dos primeras representan a los padres de las restantes, ninfas según la mitología, a las que hay que agregar Celaeno y Asterope que están fuera del alcance visual del observador. Las Pléyades envueltas en un
capullo de gases donde nacieron. (Anglo-Australian Observatory). |
Las siete primeras estrellas de la agrupación mencionada son discernibles a ojo desnudo excepto Merope, sólo detectada por ojos de mucha agudeza, aunque según el relato mitológico esta se ocultó de la visita del hombre avergonzada por haberse casado con un mortal, a diferencia de sus otras hermanas amadas por los dioses. Sin embargo, al comparar los brillos de las siete estrellas, se nota claramente que Pleione, no Merope, es la Pléyade invisible. Totalizan el grupo unas 500, las de menor magnitud a visibles con binoculares y telescopios menores.
Las Hyades, a diferencia de sus hermanas las Pléyades, forman un grupo estelar abierto, con estrellas de 3ª y 4ª magnitud, que viajan paralelas en el espacio. Próxima a la brillante Aldebarán se localiza un par de estrellitas muy juntas, azul y amarilla, (θ Tauri), que con el nombre popular de ‘’Ojitos de Santa Lucia’’, las buscan nuestros campesinos para probar la agudeza de la vista. (NASA Jerry Lodriguss).
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En 1504 apareció repentinamente una estrella de brillo excepcional que fue observada y descrita por astrónomos chinos antes de desaparecer. Era una “supernova’’, producto de la violenta explosión de una estrella moribunda. Este tipo de estrellas liberan una enorme cantidad de energía tras un proceso expulsión de gases principalmente que se expanden a razón de unos 1,500 km por segundo, de tal manera que la suprema explosión aun continua y puede ser observada a enormes distancias, (6,500 años-luz en este caso).
Como remanente de esta explosión la estrella original se contrajo hasta quedar reducida en el centro a una superdensa estrella de neutrones, de escasos kilometros de diámetro, la cual emite radiaciones gamma y rayos x a través de continuas, frecuentes y rápidas pulsaciones. Este es el origen de la llamada Nebulosa Cangrejo (catalogada como Messier 1, o M1) por el aspecto radiado y filamentoso de sus proyecciones expulsadas al espacio inmediato. La M1 se localiza ubica cerca de ζ Tauri, en el cuerno derecho del Toro. Puede ser observada como una mancha difusa con péquenos telescopios, pero mejor en imágenes tomadas a través de mayores instrumentos, auxiliados por fotografías de larga exposición. La nebulosa Cangrejo
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CANIS MAJOR (CAN MAYOR)
Esta constelación sigue a Orión y está conformada por estrellas de 2ª y 3ª magnitud, con excepción de la refulgente Sirio, (Sirius, α Canis Majoris), que encabeza la lista de las estrellas de 1ª magnitud y de todas las que son visibles a simple vista en la esfera celeste. Contemplada a través de pequeños telescopios despide fulgores como si fuese un diamante prendido en la oscuridad de la noche.
Sirio es una palabra griega que significa “calcinante”, o “ardiente”, porque sus apariciones matutinas coincidían con la época del más intenso calor del verano en el Mediterráneo. Su nombre árabe medieval es Alhabor, (“la cabeza del perro”), por su posición en la figura de la constelación.
El excepcional brillo de Sirio se debe a que es 33 veces más luminosa que el sol y se encuentra muy cerca, a 8.6 años luz, siendo después de Alfa del Centauro, situada a la mitad de esa distancia, la segunda estrella visible a simple vista más cercana a nuestro sol.
Sirio es una palabra griega que significa “calcinante”, o “ardiente”, porque sus apariciones matutinas coincidían con la época del más intenso calor del verano en el Mediterráneo. Su nombre árabe medieval es Alhabor, (“la cabeza del perro”), por su posición en la figura de la constelación.
El excepcional brillo de Sirio se debe a que es 33 veces más luminosa que el sol y se encuentra muy cerca, a 8.6 años luz, siendo después de Alfa del Centauro, situada a la mitad de esa distancia, la segunda estrella visible a simple vista más cercana a nuestro sol.
Sirio es una estrella doble, pues tiene una compañera, (denominada Sirius B), que la circunda cada 50 años a una distancia comparable a la que existe entre nuestro sol y Urano. Esta distancia medida desde la tierra es insignificante, tanto que es muy difícil ver a Sirius B, aun en telescopios mayores, por encontrarse sumida entre los fulgores de la estrella principal (Sirius A). Sirius B es una estrella de las denominadas enanas blancas: es del tamaño de la Tierra, con una masa semejante a la del sol. Su densidad es tal que una cucharada de su materia pesa varias toneladas.
Tamaños y brillos comparativos entre Sirius A y Sirius B.
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Entre otras estrellas del Can Mayor se encuentran otras de 2ª magnitud, que forman un pequeño triangulo al sur de Sirio, llamadas Adhara, Wezen y Aludra, (ε, δ, η Canis Majoris, respectivamente). La primera es la más brillante en la categoría de su magnitud. Todas ellas son Las tres son luminosas pero están muy lejos de nosotros. Otras como Mirzam y Furud, (β y ζ Canis Majoris), son de 2ª y 3ª magnitud.
Entre los objetos difusos se encuentran M 41, a 4º al sur de Sirio; un cúmulo abierto con 77 estrellas de 7ª magnitud situado a 2,300 años-luz, fácilmente localizable con binoculares, y GNC 2362, otro cúmulo cerca de Wezen pero más compacto, también observable con binoculares.
El cúmulo abierto Messier 41 en el Can Mayor, respaldado por miles de estrellas de la Vía Láctea. (F.Spenak).
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Can Menor es una constelación pequeña situada al este de Orión y norte de Sirio, con dos estrellas formando un par, como Póllux-Castor, de los Gemelos; siendo en este caso la principal Proción (Procyon, α Canis Minoris) de 1ª magnitud, junto con Gomeisa (β Canis Majoris) de 3ª.
Proción, Sirio y Betelgeuse forman un triángulo brillante, encerrado a Monoceros, el Unicornio, de estrellas menos notables. Proción dista 11 años-luz. Su nombre en latín se traduce como “antes del Perro”’ porque en las latitudes mediterráneas su salida precede al orto de Sirio, lo contrario de lo observado desde nuestra latitud. Can Menor y las estrellas
vecinas. (Ilustración adaptada, Stellarium) |
GEMINI, LOS GEMELOS
La constelación zodiacal de los Gemelos (Gemini) se encuentra opuesta al sol en el mes de Enero, siendo visible a lo largo de la noche desde su salida en el horizonte este-noreste (E-NE) a la puesta del sol, hasta su ocaso por el oeste-noroeste (O-NO) al terminar el alba. La línea roja discontinua en el mapa es la eclíptica o trayectoria aparente del sol entre el 21 de Junio y el 22 de Julio, época cuando los Gemelos desaparecen bajo la luz del sol detrás del cual se esconden.
Sus dos estrellas principales: Póllux y Cástor, (β y α Geminorum), están separadas por 4.5º según lo medimos desde la Tierra, aunque la separación real en el espacio es de 18 años-luz entre ambas, correspondiendo a Póllux un distancia de 33 años-luz y a Cástor 52 a-l. La magnitud aparente de ambas es 1.15 y 1.56 respectivamente, poca diferencia que sin embargo hace de Póllux una estrella de primera magnitud mientras Cástor es de segunda, siendo esta una de las más brillantes en su escala de brillo.
Sus dos estrellas principales: Póllux y Cástor, (β y α Geminorum), están separadas por 4.5º según lo medimos desde la Tierra, aunque la separación real en el espacio es de 18 años-luz entre ambas, correspondiendo a Póllux un distancia de 33 años-luz y a Cástor 52 a-l. La magnitud aparente de ambas es 1.15 y 1.56 respectivamente, poca diferencia que sin embargo hace de Póllux una estrella de primera magnitud mientras Cástor es de segunda, siendo esta una de las más brillantes en su escala de brillo.
Cuando se observa a Cástor con un telescopio de moderado aumento se nota que se trata de una estrella doble, (A y B). Una tercera, (C), aún más difícil de percibir, forma parte del conjunto. Las tres estrellas a su vez son dobles cuando analizadas en el espectroscopio, resultando al final que Cástor es una estrella séxtuple.
Tamaño de las estrellas del sistema séxtuple de Cástor, comparadas con nuestro sol. (The people’s Guide to the Cosmos). |
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