NICARAGUA ASTRONOMIA
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LAS CONSTELACIONES

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Ilustración de las constelaciones Orion y Toro, en el Atlas Celeste de Flamsteed, 1795

Apariencias y Realidades

Estas agrupaciones se presentan en los mapas estelares antiguos como figuras o dibujos geométricos para su más fácil identificación. Están ilustradas con orientación hacia el norte y sus figuras son históricamente permanentes, aunque sus estrellas se mueven en el espacio y están tan lejanas y separadas entre sí que, no obstante el transcurso de los siglos, nos parecen fijas engastadas en  la esfera celeste, a diferencia del sol, la luna y los planetas, tan inmediatamente cercanos que podemos advertir su movimiento por las constelaciones zodiacales entre las que se desplazan en periodos tan cortos, como  días o  semanas.
​Desde nuestra posición y tiempo en que vivimos configuramos las constelaciones y sus estrellas  como si estuvieran “fijas” y engastadas en  la esfera celeste, ilusión finita del espacio abierto y profundo del cosmos. En efecto, las estrellas se encuentran en el espacio a diferentes distancias entre ellas y en relación a nuestra propia estrella, el Sol. Si cambiáramos de posición en la Galaxia, de la cual formamos parte, las estrellas estarían de otra manera dispuestas y configuradas, brillando con diferentes magnitudes, tanto más cuanto más lejano nos internemos en las profundidades del espacio galáctico.
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Las estrellas de Orion, vistas desde nuestra posición en el Sistema Solar, se encuentran en realidad muy separadas entre sí en el espacio, a diferentes distancias y con otras magnitudes, si se pudieran observar desde otros lugares de nuestra Galaxia.
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Entre más lejanas estén las estrellas de una misma constelación, mayores diferencias tendrá el aspecto del cielo observado desde un hipotéticos planeta de las mismas. Por ejemplo: Sirio del Can Mayor, la más brillante estrella en nuestro cielo, (a 8.6 años luz de distancia), observado desde la vecina Rigel (a 777 a-l), sería una estrellita insignificante perdida junto con el sol en dirección a  la constelación de Ofiuco y esta última a su vez, vista de Canopus (a 314 a-l) seguiría siendo brillante pero desplazada a la constelación de Lira.

Distancia Angular entre las Estrellas

​Desde la Tierra los espacios entre los astros se miden geométricamente en ángulos, cuyo vértice es el ojo del observador. Así por ejemplo, entre las estrellas Póllux y Cástor en la constelación de los Gemelos, la primera se encuentra a 33 años-luz de distancia y la segunda a 51. La distancia angular entre ambas estrellas es de 4º 30’, aunque en el espacio están realmente separadas a 18 años-luz la una de la otra.

​Una forma empírica de medir distancias angulares cortas es extender el brazo en dirección a las estrellas en cuestión y utilizar el puño, la mano o los dedos como medidas de referencias.

​Éste es el método usual de  los aficionados para medir la distancia aparente entre dos estrellas separadas angularmente en el firmamento. esta distancia, desde luego, no corresponde a sus verdaderos valores medidos en años-luz, o sea la que realmente las separa en el espacio. Por ejemplo, la distancia angular entre las dos estrellas más brillantes Alfa y Beta del Centauro, es de 4º 24´, según su posición observada desde la Tierra, aunque en el espacio real están verdaderamente separadas por más de 500 años-luz. 
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En la escala angular, un grado equivale a 1/90 parte del arco meridiano medido entre el horizonte y el cenit. En la práctica de un observador casual con el brazo extendido largamente hacia el cielo, 10º abarcan aproximadamente el espacio cubierto entre los nudillos extremos de un puño cerrado; 15º a un "jeme", (distancia entre los dedos pulgar e índice extendidos); 30º a una "cuarta", (con los dedos extremos muy separados).  ​

Algunas Distancias Angulares

Pléyades-Aldebarán           14º
Aldebarán-Betelgeuse        21º
Betelgeuse-Sirio                  27º
Sirio-Canopo                        36º
Canopo-Proción                  60º
Régulo-Pléyades                 90º
En la figura, se usa la mano, los dedos abiertos, cerrados o en puño como escala angular.
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Historia de las Constelaciones

La observación de las constelaciones, al igual que las estrellas que las configuran, es tan antigua como la civilización. Cada pueblo o cada lengua agrupaban a las estrellas de manera independiente, asociadas a figuras o personajes alegóricos con sus respectivas leyendas. Algunas de estas agrupaciones son tan antiguas como las culturas mesopotámicas y egipcias.

Claudio Tolomeo, astrónomo de Alejandría en el siglo II d.C., catalogó y describió 48 constelaciones en  su obra el Almagesto, basado en el catálogo de estrellas de su predecesor Hiparco de Rodas. Almagesto es el nombre árabe del tratado astronómico Hè megalè syntaxis, (“composición matemática”’, en español), que significó la mayor y más consultada referencia  astronómica de la que dispuso la ciencia por los siguientes 1400 años.

En el trascurso de los siglos siguientes, especialmente en la época de las exploraciones en los mares del sur, a partir del siglo XV, se incluyeron algunas constelaciones menos extensas, o poco brillantes.
Fueron bautizadas y cartografiadas al capricho de los astrónomos y las novedades o invenciones de la época, en especial aquellas del hemisferio sur poco vistas, o  totalmente invisibles en los cielos de Europa (Microscopio, Grulla, Tucán, Escultor, Indio. Hornillo, Reloj, Retículo, Camaleón, Ave del Paraíso, etc.), incluyendo la Cruz del Sur que se encuentra siempre debajo del horizonte para aquellos observadores situados al norte de la latitud  30º Norte.

A la lista de constelaciones también se agregaron otras tantas, nombradas para halagar a monarcas y personajes famosos, (El Arpa de Jorge, La Encina de Carlos, el Toro de Poniatowski, el Cetro de Brandeburgo, etc), tantas que la Unión Astronómica Internacional en 1922 oficializó con sus nombres en latín únicamente 88 constelaciones, entre las que figuran algunas más antiguas y destacadas, como Dragón, Osa Mayor, Hidra, Hércules, Escorpión, etc., hasta otras menos brillantes e inconspicuas (Sextante, Flecha, Zorra, Lagarto, Dorado, etc.).

​Gracias a nuestra posición latitudinal cerca del ecuador terrestre gozamos en Nicaragua el privilegio de observar casi todas ellas, con la excepción de Octante, situada en el polo sur celeste y otras más pequeñas que la circunscriben como Camaleón, Ave del Paraíso y Mesa situadas a ras del horizonte sur, por donde asoman por breve tiempo.
Dos imágenes de la constelación de Orión.
 
1. Fotografía a color de la constelación, con estrellas telescópicas en el trasfondo.
(astromadness.co.uk)
 
2. Grabado de  Uranometría de Bayer (1603), inspirado en la  mitología clásica.
(U.S. Naval Observatory Library)
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Orión y el templo de Chichen Itzá. (Stéphane Guisard).
Las culturas indígenas del continente americano tuvieron, (y aún conservan), representaciones estelares en sus respectivas lenguas y creencias míticas, tales como los antiguos mayas, incas y  aztecas, al igual que los actuales indígenas del suroeste de los Estados Unidos, o del Amazonas.

En la lengua náhuatl, que hablaban tanto los aztecas como los nicaraos que poblaron el istmo de Rivas y otros grupos nahuatlatos en Managua y Chinandega, encontramos nombres de constelaciones con el prefijo Citlalli, que significa estrella. 

Como ejemplos citamos las siguientes: Citlatianquixtli “el mercado”, (Las Pléyades); Citlalcólotl “el Escorpión”; Citlaltachtli “la cancha del juego de pelota”, (Los Gemelos); Citlatlmamahuaztli “las astillas para sacar fuego”, (Casiopea); Citlalozomatli “el mono”; Citlalcóatl “la serpiente”, etc.
​Un asterismo llamativo y comúnmente observado en las noches de verano son las Pléyades, antes citadas. Son mencionadas en la Biblia, La Odisea, el Popol Vuh, etc. Se localizan en la constelación del Toro. El nombre significa en griego “estrellas para navegar”, pues aparecían en los cielos mediterráneos en la época de los vientos favorables para la navegación. En nuestra lengua vernácula son llamadas “Siete Cabritas”, aunque una vista normal sólo alcanza a contar seis. Entre las culturas indígenas este grupito tiene sus propios nombres, como Pupuwita, “las estrellas guías” en miskito; Kalpas, “la huella del pie” de los mayangnas y Karru en la antigua lengua ulúa-matagalpa.

Por otra parte, los llamados “Ojitos de Santa Lucia” son un par de estrellas de 4ª magnitud muy cercanas entre si, junto a la estrella Aldebarán del Toro. Forman parte del grupo denominado Híades. Aldebarán en  árabe ‘significa “la seguidora” (de las Pléyades). 
Fotografía de las Pléyades, cubren un espacio
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equivalente a  dos lunas. (Sky and Telescope).
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Las Constelaciones Zodiacales

​Los astrónomos de la antigüedad, caldeos, egipcios, griegos, etc., lograron ubicar doce constelaciones que en forma consecutiva ocupaban una banda estelar conocida desde lejanos tiempos con el Zodíaco, porque ocho de estas figuras corresponden a nombres de animales, naturales y ficticios. En el centro, a lo largo de esta banda, pasa la eclíptica, proyección en el cielo de la órbita de la Tierra alrededor del sol, cuyo plano está inclinado 23º 27’ del ecuador celeste.
Las constelaciones zodiacales se encuentran a lo largo de la  proyección de la órbita de la Tierra en su curso alrededor del sol en la esfera celeste, el cual aparenta desplazarse mes a mes de una agrupación a la siguiente.

En el dibujo de abajo, entre Agosto y Septiembre, la constelación de León se encuentra en conjunción con el Sol, debido a la `posición opuesta de la Tierra en su órbita alrededor del Sol.
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La Eclíptica (círculo rojo) es la trayectoria del Sol por el cielo, proyectada sucesivamente a lo largo de las constelaciones zodiacales a consecuencia del movimiento anual de la Tierra en su órbita.
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Inclinación de la Eclíptica en relación con el Ecuador Celeste y su orientación en la esfera celeste para un observador situado a 40º de latitud norte.
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El Zodíaco está dividido a lo largo de la eclíptica en doce espacios de 30º de longitud  llamados “signos”, cada uno ocupado por una determinada constelación. Hace 2,000 años, a cada signo correspondía la constelación del mismo nombre, pero a causa de un movimiento cónico del eje de la Tierra llamado precesión de los equinoccios, completado cada 27,780 años, ese orden está desfasado en la actualidad, de tal manera que el signo de Aries, por ejemplo, se encuentra hoy ocupado por la constelación precedente (Peces) y así con los siguientes signos.

​Los astrólogos en sus horóscopos y predicciones siguen con el sistema antiguo, de tal manera que, siguiendo el ejemplo anterior, el sol se proyecta en el signo de Aries entre el 21 de Marzo y el 19 de abril, que está ocupado por la constelación de Peces en el cielo de hoy en día.  De todos modos, esto no tiene ningún efecto, científicamente hablado, sobre la supuesta influencia del signo en la vida de los que nacen  o nacieron entre ambas fechas.

Mapas y figuras estelares

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En los mapas estelares cada constelación está enmarcada en espacios definidos por límites geométricos, trazados en sentido de norte a sur y de oeste a este. Los espacios encierran estrellas desde las más brillantes hasta las más débiles, de las más cercanas a las más lejanas, según son vistas desde la Tierra, (y por ende en cualquier lugar del sistema planetario).
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Para facilitar su observación, es común en los mapas estelares enlazar con líneas imaginarias las principales o más brillantes estrellas en figuras llamadas asterismos y no esperar necesariamente que las constelaciones presenten alguna similitud con los nombres a ellas aplicadas, salvo en algunos pocos casos como la Cruz del Sur, Escorpión y el Triángulo Austral.
Figura completa de la constelación Osa Mayor, más conocida por el asterismo que forman las siete estrellas brillantes situadas en las ancas y la cola, excesivamente alargada, del animal. (Iustración con Stellarium).
Estas figuras imaginarias y sus nombres varían de una cultura a otra según la imaginación de sus pueblos. En la Nicaragua rural, por ejemplo, se conoce a Orión como “El Arado”. La Osa Mayor es para los angloparlantes la “Big Dipper”, traducido como el “Gran Cucharón”.
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Dibujo y diagrama de la constelación de Sagitario y su asterismo llamado “la cafetera”.
Por lo general, las constelaciones de la esfera celeste son todas visibles sobre el horizonte únicamente en el ecuador terrestre. Los países tropicales pueden observar casi la totalidad de ellas, pero a medida que el observador se interna en el hemisferio terrestre donde habita, el número de constelaciones situadas en el hemisferio opuesto dejan de ser visibles. A manera de ejemplo, la Osa Mayor es circumpolar (siempre visible) en el norte de Estados Unidos y los países de Europa, donde por otra parte es imposible observar la Cruz del Sur. A la inversa,  esta constelación es circumpolar al sur de Argentina, pero no la Osa Mayor cuya presencia esta siempre debajo del horizonte en ese país austral.

Constelaciones del Hemisferio Norte Celeste

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Constelaciones del Hemisferio Sur Celeste

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Constelaciones del mes de Marzo (una selección)

Hemos seleccionado para Marzo la constelación zodiacal del León (Leo), que viene levantándose por el oriente hasta culminar en el cenit alrededor de la medianoche. Su estrella principal es Régulo (Regulus, el Reyezuelo) de primera magnitud, que culmina en el cenit de Managua alredor de las 10 de la noche a mediados de Marzo, nombre que se le atribuye al célebre astrónomo polaco Nicolás Copérnico, aunque su designación árabe original es Ras al Asad, “en la cabeza del León”, por  su posición en la antigua figura de la constelación.
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Al igual que las restantes constelaciones zodiacales, el nombre de Leon es muy antiguo y se repite entre varias culturas del pasado, tan antiguas como hace 4,000 años, cuando el sol del verano se encontraba en esta constelación durante la temporada más calurosa del año, posición que parecía indicar la supremacía y dominancia del felino.
Según la mitología griega, la constelación representa al león que vivía en los bosques de Nemea, tan temido que uno de los trabajos de Hercules, encomendado por Júpiter,  fue luchar con la fiera y someterla con la gran fuerza que poseía el héroe, logrando en este estrangularlo según la leyenda, o dejarretarlo como sostienen algunos autores.

 La figura del León, a continuación, corresponde a la Uranographia de Johannes Hevelius, un catálogo ilustrado de constelaciones publicado en 1690. La figura está invertida, (izquierda-derecha), en relación al mapa estelar adjunto de la misma constelación.

Leo

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El mapa estelar, (reproducido de Espacio Profundo), la constelación está demarcada por líneas de color amarillo, con el norte hacia arriba, la eclíptica, (línea continua en rojo), y las estrellas más notables unidas por líneas azules para su fácil identificación en el cielo. Entre ellas se mencionan:

Regulus (alpha Leonis), magnitud 1.34, a 78 años-luz, es 200 veces más luminosa que el sol.
Denébola, “la cola del león” (beta Leonis), magnitud 2.12, a 36 a-l.
Algeiba, “la frente” (gamma Leonis), magnitud 2.0, a 126 a-l.
Zosma, “la cintura” (delta Leonis), magnitud 2.53, a 57 a-l.
Ras Elasad, (épsilon Leonis), magnitud 3.00, a 251 a-l.
Aldhafera, (tzeta Leonis)  magnitud 3.40, a 260 a-l., con binoculares parece una estrella triple.
 
Régulo, junto a las cuatro últimas de la lista anterior, forman una especie de hoz, con dicha estrella en el mango.
En el mapa estelar se han señalado otros objetos como nebulosas y galaxias lejanas, tal como los vio a través de los instrumentos de su época, catalogó y enumeró, el astrónomo francés Charles Messier en 1771, (marcados en el mapas con una M, tratando de diferenciarlos de los cometas,  cuya identidad no estaba entonces debidamente esclarecida.

​Entre estos mencionamos la pareja M65 y M66, dos galaxias espirales lejanas de 9ª magnitud, incluyendo la vecina NGC 3628, visibles con buenos binoculares y en buenas y oscuras condiciones. La tripleta del León se encuentra a unos 32 millones de años-luz. 
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En la imágen derecha, la Tripleta: M66 (arriba) y M65 (abajo), A la derecha, de canto, NGC 3628. (wikisky).


​Otro grupo triple forman las galaxias espirales M95, M96 y M105, a unos 40 millones de años-luz, situadas a unos 9º  al oriente de Régulo.
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