NICARAGUA ASTRONOMIA
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LAS ESTRELLAS

El cielo estrellado sobre el océano Pacifico, visto desde la playa de San Diego cerca de Masachapa. Se pueden observar claramente las constelaciones de la Cruz del Sur y el Centauro, teniendo por trasfondo la Vía Láctea entre nubarrones de polvo cósmico que oscurecen a las estrellas situadas más allá.
(Astrofoto de Jorge Luis Moreno Luna).

Denominaciones y magnitudes

Por lo general, las principales estrellas de una misma constelación se denominan en orden decreciente de brillo siguiendo las 24 letras minúsculas del alfabeto griego, de Alpha a Omega, Esta clasificación fue creada en 1603 por el astrónomo alemán Johann Bayer
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La Osa Mayor, como la vemos en Nicaragua, donde las estrellas más brillantes en orden de magnitud son: Alioth (1.75); Duhbe 1.78); Alkaid (1.84); Mizar (2.21); Merak (2.31); Phecda  (2.40)  y Megrez (3.31), con las denominaciones de Bayer alteradas.
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Unos 300 nombres propios de estrellas se conservan a la fecha, la mayoría de origen árabe y latina como herencia de culturas antiguas, aunque las estrellas visibles a simple vista suman unas 6000 en general. Cierta cantidad de estas fueron clasificadas de otra manera por el astrónomo inglés John Flamsteed en 1725, siguiendo una numeración consecutiva de acuerdo con su posición en longitud celeste, (de oeste a este), en su respectiva constelación. Así, la estrella Aldebarán del Toro, denominada alpha Tauri, (α Tauri) por Bayer, equivale a la 87 Tauri de Flamsteed.

Según el brillo las estrellas se clasifican por magnitudes. Las visibles a simple vista abarcan de la primera a la sexta. Una estrella de primera magnitud es 2.5 veces más brillante que una de segunda; 6 veces más que de tercera; 16 más que de cuarta; 40 más que de quinta y 100 veces más que de sexta, límite de nuestra capacidad visual a ojo desnudo.

Teóricamente se consideran como estrellas de primera magnitud aquellas comprendidas entre el rango + 0.5 a + 1.5;  de segunda magnitud (+150 a +2.50)  y así sucesivamente. En el caso de las más brillantes del cielo se consideran como de primera magnitud las 21 primeras, aunque esta categoría abarca un amplio rango de brillantez, incluyendo valores negativos, desde Sirius (-1.46) hasta Regulus (+1.35), unas catorce veces menos brillante, tal como se presentan en orden decreciente de brillo en la Lista a continuación:

ESTRELLAS MAS BRILLANTES DEL CIELO

Id Nombre propio Constelacion Magnitud Aparente  Distancia (a.l) Visibilidad en Nicaragua
1 Sirius Can Mayor _1,47 8,6 Diciembre a Mayo
2 Canopus Carena _0.72 310 Diciembre a Abril
3 Rigil Kentaurus  Centauro _0.27 4.4 Abril a Julio
4 Arctorus Boyero _0.04 37 Febrero a Septiembre
5 Vega Lira 0.03 25 Mayo a Diciembre
6 Rigel Orion 0.12 770 Noviembre a Mayo
7 Procyon Can Menor 0.34 11 Diciembre a Junio
8 Achernar Eridano 0.5 140 Octubre a Febrero
9 Betelgeuse Orion 0.58 430 Noviembre a Mayo
10 Hadar o Agena Centauro 0.6 530 Abril a Julio
11 Capella Cochero 0.71 42 Octubre a Mayo
12 Altair Aguila 0.77 17 Junio a Diciembre
13 Aldebaran Toro 0.85 65 Octubre a Mayo
14 Acrux Cruz del Sur 0.87 320 Marzo a Junio
15 Spica Virgen 0.98 262 Marzo a Agosto
16 Antares Escorpion 1.09 600 Mayo a Octubre
17 Pollux Gemelos 1.15 34 Diciembre a Junio
18 Fomalhaut Pez Austral 1.16 25 Agosto a Enero
19 Deneb Cisne 1.25 3200 Junio a Enero
20 Becrux o Mimosa Cruz del Sur 1.3 350 Marzo a Junio
21 Regulus Leon 1.35 77 Enero a Julio
*(Un año-luz, a.l, es la distancia que la luz recorre en un año a razón de 300,000 km/segundo equivalente a unos 9 billones de kilómetros (9x10¹² km).

La magnitud de una estrella es aparente, según la observamos desde el sistema solar y depende más bien de su propia luminosidad intrínseca combinada con su distancia. Las más brillantes aparentemente, por lo común, suelen ser las más cercanas, como: Alfa Centauri (4 años-luz), Sirius (9 años-luz), Procyon (11 años-luz), etc.; aunque a veces sucede lo contrario, por ejemplo: Canopus, la segunda estrella más brillante del cielo, se encuentra a 313 años-luz. Nuestra estrella, el sol, se encuentra a 8 minutos-luz de La Tierra, equivalentes a unos 150 millones de km de nosotros.

Las estrellas más luminosas, entre las observables a simple vista, pueden ser más de 10,000 veces más brillantes que el Sol; (las supergigantes Antares, Betelgeuse, etc). Las llamadas enanas son unas 1,000 veces menos luminosas. En el corto espacio entre Alfa Centauri y Sirius, las dos brillantes más próximas al sol, se encuentran cuatro estrellas enanas, (Barnard, Wolf 359 y Gliese 411), invisibles a ojo desnudo. 

El número de estrellas visibles a simple vista en toda la esfera celeste suman unas seis mil, de las cuales se pueden observar la mitad sobre el horizonte en un momento dado. El número se incrementa progresivamente con aquellas que no podemos visualizar a ojo desnudo, porque son poco luminosas en sí, o se encuentran a mayores distancias fuera de nuestra capacidad visual. La cifra se incrementa a pasos agigantados con el auxilio de instrumentos ópticos, desde los más modestos binoculares hasta los más grandes telescopios; es mayor si estos últimos instrumentos realizan fotografías de larga exposición.

A propósito de estos incrementos, nuestra Galaxia es una vasta extensión compuesta de 200 mil millones de estrellas aproximadamente, una de las cuales es nuestro sol, por cierto de un tamaño y  brillo reales relativamente modestos.

​Vale tener en cuenta que la magnitud con que vemos a las estrellas no sólo depende de nuestra agudeza visual, sino también de las condiciones del sitio de observación. Así, su brillantez y número quedan disminuidos por la iluminación urbana, o la luna, cuyo brillo en los días anteriores y posteriores a la luna llena sólo permite observar las estrellas más brillantes.

Las estrellas y sus nombres

Además de su designación alfabética o numérica, varias estrellas todavía conservan sus nombres originales. Localizarlas y nombrarlas fue tarea de las culturas antiguas. Algunos nombres provienen de los griegos, entre ellos los astrónomos Hiparco y Tolomeo, también los matemáticos, filósofos y hasta de poetas helénicos. Sin embargo fueron los árabes de la Edad Media los mayores contribuyentes a la nomenclatura estelar, por vivir o viajar en lugares desérticos donde el firmamento ausente de humedad se presenta muy diáfano y abierto en toda  la amplitud del horizonte.

​Una buena parte de estos nombres están relacionados con los dibujos de constelaciones en antiguos mapas estelares: La cola del León; la boca del Pez; el ombligo del Caballo;  el cinturón de Orión; el hombro del Cochero, etc. Otros se refieren a actividades agrícolas, condiciones de navegación, o el estado del tiempo, relacionados con la presencia o posición de los astros en determinadas épocas del año, como Sirius, la estrella ardiente; Miaplacidus, en aguas tranquilas; Spica, la espiga de la Virgen; Arcturus, el guardián de la Osa, etc, Otros cargan con  nombres de la mitología greco-latina: Canopus, el piloto de la nave Argos; Antares, el rival de Marte; Hidra, la serpiente marina; los gemelos Póllux y Castor, etc.
La estrella Sirio, la más brillante del cielo, así llamada por los antiguos griegos porque su primera aparición matutina acontecía en la época de más intenso calor en el Mediterráneo, época que hoy se sigue llamando Canícula, por ser Sirio la principal estrella del Can Mayor.

​La primera visión de esta estrella entre las luces del amanecer, (conocida como la elevación helíaca de Sirio), también era esperada por los egipcios, que la llamaron Sothis, pues coincidía con la llegada de las aguas e inundación del valle del Nilo, inicio del año en su calendario, fenómeno muy esperado porque el famoso río depositaba suelos fértiles en sus vegas, donde los agricultores iniciaban la siembra de sus cosechas.

​Esta primera aparición matutina, curiosamente se produce actualmente alrededor del 27 de Julio en nuestra latitud, aunque para nosotros la Canícula no trae más calor, sino una parcial suspensión de las lluvias a mitad del invierno.

Elevación Helíaca de Sirio, como la podremos ver desde Nicaragua, alrededor de las 5 am, a finales de Julio. (Simulación con Stellarium)
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Asociar la posición de las estrellas con el calendario ha sido una costumbre originada por diversas culturas de la antigüedad. Los aztecas, por ejemplo, iniciaban el año con el tránsito de las Pléyades por el cenit de México. Cada 52 años, equivalentes a un siglo en el calendario azteca, apagaban todos los fuegos a lo largo del imperio. Una vez verificado el tránsito de este grupito de estrellas (llamado Tianquixtli o “el Mercado”), volvían a encenderlos como señal de la renovación del tiempo. Actualmente el tránsito meridiano de las Pléyades a medianoche acontece el 15 de noviembre.

​Salvo en las estrellas más brillantes, muchos de sus nombres originales han caído en desuso, siendo una curiosidad más de los aficionados que de los astrónomos modernos.
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